lunes, 1 de marzo de 2010

El erotismo japonés


El erotismo japonés

Raúl Rivera / Subterráneos

De las variadas tendencias del arte erótico en el mundo, una que merece atención especial, es la literatura y la pintura japonesa. Si bien no es tan antigua como en China o la de la India, si tiene un perfil propio, muy distinto y singular, que se refleja en el Hentai y el Anime, haciéndolas antiguas y contemporáneas.

Arthur Walley comentó sobre el Japón: “no olvidemos que su mayor diferencia con occidente es que ellos no son cristianos; en un sentido geográfico, todos los japoneses eran budistas”.

Japón tenía un gobierno obsesionado de la disciplina y el buen comportamiento, tan contundente que rebanaba el pescuezo al que robara un pepino, y a los escritores obscenos se les cortaba la mano.

Tal era la autoridad del Shogun, que para mofarse de sus gobernantes debían utilizar un humo muy fino y sutil, pues aquellos gobernantes no soportaban el mínimo desacato (Shogun era un rango militar y título histórico en Japón concedido directamente por el Emperador, en 1192 Minamoto tomó las riendas del país, permaneciendo sus sucesores hasta 1867), y estos siempre daban de que hablar, como el que la mayoría de ellos fueran polígamos y pedófilos.

La filosofía confuciana establecía que “el amor, ya sea entre esposos ó solteros, era un sentimiento peligroso y enfermizo, que llegaba a la causa de celos”.

El sexo no estaba prohibido, siempre y cuando no fuera entre clases dispares. La pederastia era muy común, sobre todo entre los monjes, a quienes se les prohibía el trato con mujeres. Los Samuráis, creían que el trato con mujeres debilitaba el temple.

En este ambiente surgieron escritores y dibujantes deseosos de mostrar sus inquietudes creativas como Ihara Saikaku, quien escribió Hombre lascivo y sin linaje ó La vida de un hombre enamorado y Cinco mujeres que amaron el amor, obras en donde de forma graciosa se mostró erotismo profundo.

Mientras el Marqués de Sade se autonombra pervertido, Saikaku condena lo inmoral. Y a pesar de ello no deja de describirlo:
Las maneras de aquellas que han caído en la corriente del río de la prostitución se aprenden con el uso, cuando van en procesión y con los senos de fuera hacia atrás, descalzas, las artesanas avanzan con paso flotante.
Posteriormente, para ilustrar estos relatos surgieron los Shunga.

Shunga, la escuela del arte erótico que durante dos siglos (XVII al XIX), plasmó en imágenes las técnicas amatorias, para conocimientos de hombres y mujeres.

El significado de Shunga es “Pinturas de Primavera” y como lo se mencionó, son representaciones pictóricas en el arte japonés, a tal punto que fue cultivada por la mayor parte de los maestros del período Tokugawa. Para el siglo XX esta corriente se convertirá en el Hentai.

Con el tiempo la literatura japonesa fue reconocida en occidente. En 1968 Yasunari Kawabata gana el premio Nobel, su trabajo más conocido en Latinoamérica es La Casa de las Bellas Durmientes, en el que narra la historia de un anciano nonagenario que va a un prostíbulo en el que las niñas son narcotizadas, no se pueden tocar, solo verlas. De las favoritas de Gabriel García Márquez usa el tema en sus cuentos peregrinos en el relato El Avión de la Bella Durmiente, y en su penúltima novela Memorias de mis Putas Tristes.

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