lunes, 9 de noviembre de 2009

Música para un muerto


Cartonería mexicana. Foto: Claudia Rodríguez/Subterráneos


Raúl Rivera / Subterráneos



Quantus tremor est futurus,
quando judex est venturus,

cuncta stricte discussurus !


(¡Cuánto terror habrá en el futuro

cuándo el juez haya de venir

a juzgar todo estrictamente! )


El Dies Irae fue una melodía de la edad media del año 1250, compuesta por el monje franciscano Tomás de Celano, amigo de San Francisco de Asís. El poema describe el día del juicio, descrito en el apocalipsis, con la última trompeta llamando a los muertos ante el trono divino, donde los elegidos se salvarán y los condenados serán arrojados a las llamas del infierno. Este himno se usó como secuencia en la Misa de muertos católico-romana hasta la revisión del Misal Romano de 1970. En casi todos los réquiems aparece también musicalizada esta secuencia de la Misa de difuntos, sólo Gabriel Fauré se niega a hacerlo.

La mayoría de la música gótica tiene un ritmo deprimente en la que se marca con énfasis un tono egoísta con respecto a la muerte de los demás, centrando el drama en la muerte personal, aun así sus composiciones no distan del réquiem de Verdi o de Mozart, ambas son egoístas. Si se analiza con detenimiento el poema Dies Irae, este es un consuelo para los justos, en el que los malos son quemados y los buenos son salvados:

Confutatis maledictis,

flammis acribus addictis,

voca me cum benedictis.


(Tras confundir a los malditos

arrojados a las llamas voraces

hazme llamar entre los benditos)


E incluso el nombre de la famosa banda Lacrimosa proviene de una de las estrofas del mismo himno “Lacrimosa dies illa” (Día de lágrimas).

La mayoría de melodías para muertos están escritas para una persona en particular, pero en el repertorio popular estas se utilizan indistintamente.

La creatividad musical del hombre engloba varias facetas de nuestro devenir social, por ejemplo, Platón, en su diálogo El Banquete, hace mención de la música destinada a acompañar una comida y Petronio en su Satiricon habla de “música de mar” para comer pescado o “música de campo” para comer cerdo, ¿y por qué no habría una destinada a los muertos? incluso las orquestas antiguas de fiestas, sólo por su mención, nos evocan imágenes de mariachis entonando unas golondrinas o unas mañanitas.

Antes de morir Chava Flores escribió: La persona que canta, no es una persona que llora y guarda tristezas. Cuando un pueblo canta, el espíritu vibra y se llena de paz. Música y canciones surgen donde hay alegría y si hay alguna tristeza, también surgen para evocar recuerdos gratos, sueños pasados, sueños muertos que vuelven a la vida gracias a la mágica presencia de una canción.

Este compositor mexicano hizo melodías simpáticas de la vida, hablando de la crisis, la falta de dinero, el transporte público o los colados a las fiestas. Una de estas, “Cerró sus ojitos Cleto”, habla de la muerte con el humor que sólo se puede encontrar en los velorios mexicanos:


…Cuando vivía el infeliz:
"¡Ya que se muera!"
Y hoy que ya está en el veliz:
"¡Qué bueno era!"
Sin embargo se veló, y el rosario se rezó,
y una voz en el silencio interrumpió:
"Ya pasa la botella, ¡órale, no te quedes con ella!"
Y la botella tuvo el final de Cleto:
¡Murió, murió, murió!


La muerte está llena de misterios y es el único hecho biológico que llega a integrarnos con el entorno como seres meramente naturales. Para Octavio paz: “La muerte moderna no posee ninguna significación que la trascienda. En casi todos los casos es el fin inevitable de un proceso natural. En un mundo de hechos, la muerte es un hecho más”.

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