jueves, 1 de diciembre de 2011

Palafox, personaje de Palou



Foto: Wendy Pardo/Subterráneos

El escritor presentó en catedral metropolitana: Varón de deseos

Palafox, personaje de Palou

Hugo Cabrera/Subterráneos
* Pedro Ángel Palou, escritor poblano de talla internacional, quien fungió como Secretario de cultura de 1999 a 2005, y que ahora “prefiere ser un escritor que funcione que un funcionario que escriba”, presenta su nuevo libro Varón de deseos, basado en la vida de Juan de Palafox y Mendoza, Obispo de Puebla en 1642, recientemente beatificado

 

Puebla, Puebla. Como escenario, el interior de la catedral de Puebla, justo frente al sitio donde yacen las reliquias de Juan de Palafox y Mendoza. El motivo, la presentación de la novela El varón de los deseos del escritor poblano Pedro Ángel Palou, que tuvo entre los asistentes al arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, el pasado jueves.

“Siempre pensé cómo escribir la novela de un personaje mítico, quitándole el carácter mítico, contándolo como una novela de aventura. Con Varón de deseos pensé que había que romper la cronología, empezar por el momento cúspide, que al mismo tiempo fue el momento de caída, el momento que sale Palafox perseguido a Acultzingo, pensando que lo van a recibir y luego se va a San José Chiapa. Yo quería que el lector se atrapara primero con el problema y luego contar sobre el hombre que siempre tuvo un problema, primero la orfandad y luego el exilio. Esa es la estructura que quise aplicar”, dijo el escritor Pedro Ángel Palou, que desde su infancia conoció la vida del célebre personaje recientemente beatificado.

“No es gratuito que ante la muerte Palafox escriba tres libros, está convencido de que lo van a matar: La autobiografía Varón de deseos. La obra de defensa del indio y un libro de mística, uno se lo imagina en un cuartito tapiado, escondido, sin electricidad, en un momento y circunstancias difíciles de la época”, explicó Palou, quien  abundó sobre su obra en entrevista.

¿Hubo la intención de revindicar la vida de Palafox antes, después o mientras se escribía la obra?

—No hubo esa intención. Había que ponderar los distintos perfiles de Palafox: el necio, el resentido, el hijo bastardo (durante nueve años no lo reconoció su padre, hombre prominente del norte de España), el intelectual, el legalista (toda la vida apegado al derecho canónico y luego a las cédulas reales). Siento que quería contar las distintas facetas. No hay la idea de reivindicarlo, porque como figura importante Palafox es una persona ambigua.

El territorio de la novela es el territorio de la ambigüedad, no el de la certeza. Yo no estoy seguro de quién fue Palafox, como lo podría decir un historiador o un biógrafo. El papel que quise hacer es descubrir estos huecos que deja la historia o las biografías oficiales para tratar de entender a este hombre que sabe que su madre es su madre pero no lo puede decir porque tiene secreto de confesión.

 Cuando tuvo a Palafox como personaje de novela, ¿qué tan difícil fue apegarse a su biografía para contar la historia?

—Sigo insistiendo en que la buena novela histórica biográfica, no la de época histórica, porque esa tiene otras características, tiene que estar apegada a la historia. El narrador no tiene el derecho de inventar, tiene el derecho de imaginar, que es una línea divisoria delgada. Tienes que documentarte y la biografía es la guía fidedigna. No puedes mentirle al lector de una biografía novelada, estarías poniendo al personaje a tu servicio. En este caso, el escritor se pone al servicio del biografado, como lo hace Marguerite Yourcenar en Adriano.

Y en este caso ¿cómo fundamentó la obra?

—Empecé en el archivo catedralicio de Fitero en 1999, luego  en el archivo de indias en la biblioteca en Madrid. Conocí a Artemio, biógrafo joven de Palafox, tuve unos ocho archiveros  con documentos inéditos. Fue una novela de investigación que avanzó muy lento, hacía capítulos por separado, y me metía en otras cosas.

De Secretaría a Consejo de Cultura

El escritor Pedro Ángel Palou fungió como secretario de cultura del estado de Puebla de 1999 al año 2005, al preguntarle su opinión sobre el  proyecto del actual Consejo de Cultura, dijo: “Tuvimos una plática entre amigos, con Saúl Juárez, actual director del Consejo. Nos conocemos desde la época del taller de Miguel Donoso, del que fui discípulo, pienso que un cambio tan radical (de Secretaría a Consejo) exige mucho tiempo de aprendizaje, pienso, y se lo dije a Saúl, que esta no es una dependencia de desarrollo rural que viva de hacer programas como procampo. Es una dependencia que, sobre todo, administra la infraestructura cultural. Creo que es ahí donde todavía cojea el proyecto del Consejo Estatal. No es cambiar algunos programas o revitalizar otros, cambiar o no la sinfónica. Es manejar la infraestructura cultural de un estado complejo, con una historia cultural tremenda”.

 ¿Intenciones  de regresar a ser funcionario de gobierno algún día?

—¡No, muchas gracias! Prefiero ser un escritor que funcione que un funcionario que escriba (risas).

 

 

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