Anathema – Crónicas de la desesperanza feroz

Anathema – Crónicas de la desesperanza feroz

Liliana Carral

Hacer la reseña de un disco recopilatorio puede ser una experiencia tediosa, pues por lo regular un disco de estas características es sólo una selección de grandes éxitos hecha con la firme intención de enriquecer a las disqueras y de sacar del paso a artistas flojos. Sin embargo, el caso que me ocupa el día de hoy es una excepción porque el disco realmente es un rediseño muy interesante a algunas de las primeras canciones de ese fenómeno apasionante llamado Anathema.

Formada a principios de los años noventa, Anathema sintetiza mucho de lo que es la escena musical contemporánea. Inicialmente concebida como una banda de  doom metal ha dado paso a una evolución paulatina generando su propio estilo que por momentos es inclasificable.

Esta evolución pareciera tener paralelismos con su natal Liverpool, ciudad que difícilmente puede ser pensada sin el estigma de haber vivido un pasado glorioso durante siglos, para después convertirse en esa tierra olvidada por la fortuna durante la época del thatcherismo más despiadado, hasta renacer de sus cenizas en años recientes y que —al igual que Anatema— se ha convertido en algo muy diferente de lo que era hace 20 años.

Pero es justamente a finales del thatcherismo, cuando el desempleo y la pobreza abundaban en ese puerto, que los hermanos Cavanagh formarían esta agrupación en el mítico barrio de Anfield, el cual no sólo alberga al equipo más entrañable de la liga inglesa, sino que sus casas victorianas llenas de hollín, sus ventanas rotas, su cementerio de torres góticas y sus parques boscosos, son la huella de un pasado glorioso que -como el de su equipo de fútbol – hoy es sólo un fantasmagórico recuerdo.

Por lo tanto, no es de sorprenderse que las canciones de Anathema fueran siempre tan oscuras y decadentes. El noroeste de Inglaterra es posiblemente uno de los lugares más grises del mundo y Liverpool en ese momento era el lugar más propicio para escribir canciones cargadas de una desesperanza y una ferocidad impasibles; es ahí en donde editarían sus primeros discos, mismos de los que extraen una serie de canciones para re-interpretarlas con sonidos orquestales en un disco cuyo título resume en dos palabras el sentimiento de esa época: Falling Deeper.

El disco abre con una bellísima Crestfallen y va enlazando varios temas clásicos de la primera época de la banda, que por su nuevo tratamiento parecen irreconocibles. La gutural voz de Darren White no se extraña del todo y da paso a un etéreo Vinnie Cavanagh durante la mayor parte del disco. Pero el contraste más grande se hace notar en Everwake, en donde la angelical voz de Anneke Van Giersbergen le da una presencia que no tenía la obra original.

Personalmente creo que el disco alcanza su clímax en Sunset of Ages, misma que hace gala de una orquestación magnífica por parte del extraordinario Dave Stewart que estuvo a cargo de los arreglos de cuerdas. La mezcla y la producción corrieron a cargo de Danny Cavanagh, y el disco fue grabado en el célebre Street Parr Studio, justo en el corazón de la ciudad y a tan solo unas calles del impresionante Río Mersey.

Falling Deeper tal vez no sea el mejor disco de Anathema, pero es una recopilación sobresaliente por el magnífico trabajo en los arreglos y en la orquestación que prácticamente reconstruyen canciones que no hace falta haber escuchado en su versión original para apreciarlas en esta entrega, y que mantienen la misma ferocidad y emotividad que tuvieron desde su concepción. La misma ferocidad y emotividad que caracteriza al scouser, al nativo de Liverpool. La única ciudad del mundo en donde los niños son capaces de morder a los perros y morir religiosamente por sus equipos de futbol.

 

* Liliana Carral. Bajista, compositora incipiente, coleccionista de freaks, amante de la locura, devota de la irreverencia, escéptica de los dogmas y fan del Liverpool FC. Contacto: www.facebook.com/hoogenmaken www.hoogenmaken.tumblr.com twitter: @hoogenmaken