jueves, 29 de septiembre de 2011

Poder, miedo y sangre, el cine y el 2 de Octubre

 

Canoa y (un) Rojo amanecer

Poder, miedo y sangre, el cine y el 2 de Octubre


Víctor Rodríguez / Subterráneos
 “…Jóvenes despreocupados que no saben que mañana , dentro de dos días, dentro de cuatro, estarán allí hinchándose bajo la lluvia, después de una feria en donde el centro del tiro al blanco serán ellos, niños-blanco…” (Elena Poniatowska, 1971)

Todo empezó por una pelea entre alumnos de la vocacional 2 del IPN y de la preparatoria Isacc Ochotorena, incorporada a la UNAM. Entre manifestaciones, el movimiento empezó a cobrar fuerza. El apoyo de más y más jóvenes se avecinaba. Frases como “Mé-xi-co-Li-ber-tad” o “¡No queremos olimpiadas! ¡Queremos Revolución!”, se escuchaban con fuerza. En seis puntos, la petición era clara y concisa. El resultado del 2 de octubre de 1968 lo conocemos en sobremanera.

 



Canoa, un falso documental de hechos verdaderos

Cazals hace una película que, para darle realismo, recurre a la narrativa documental mezclada con ficción para obtener el impacto deseado. La interpretación es de excelente nivel, lo cual ayuda a identificar el miedo de ambas partes, trabajadores (AUP) y pueblo (Canoa). Este trabajo gana el premio especial del jurado, en el Festival de Berlín.

Durante 1968 la palabra comunista era igual a terror. La desgracia sucedida en Canoa (Municipio de Puebla) tiene relación con el movimiento estudiantil. Apenas unas semanas atrás, el 27 de agosto del mismo año, 300 mil personas marcharon del Museo de Antropología al Zócalo. El izamiento de una bandera roji-negra en el asta del zócalo es tomado por las autoridades gubernamentales y medios de comunicación como acto simbólico de simpatía por el comunismo.

Este hecho llega a oídos del Padre en Canoa. Quien, aprovechándose de su cargo para obtener beneficios, toma todas las decisiones que debe seguir el municipio. A través de sermones difundía el miedo a la población, manipulando el concepto del comunismo, por lo tanto fue el principal responsable de los acontecimientos del 14 de septiembre, en donde cinco trabajadores de la UAP (Universidad Autónoma de Puebla) fueron golpeados con brutalidad por un pueblo que, ante la expectativa, quería desquitar su furia por una intolerancia bien sugerida.

 

2 de Octubre, un “Rojo amanecer”.

Jorge Fons es el responsable de esta espeluznante recreación acerca de los acontecimientos del 2 de Octubre. Lo sorprendente es que la historia se desarrolla en un departamento (reto bien logrado), que genera una sensación claustrofóbica. Nos da a entender con perfección lo que sucedió esa noche en Tlatelolco.

La película no trata de narrar el movimiento estudiantil, sus orígenes o sus intenciones, sino de plasmar el terror ocasionado por el exceso de poder de las autoridades, aquel día.

Las últimas escenas son impactantes, la única que se desarrolla en el exterior es la final; un niño bajando las escaleras, único sobreviviente de una familia acribillada, ve cómo se limpia la sangre derramada por varios asistentes en la “Plaza de las 3 culturas”.

Esta película rompe el silencio y es la primera en tratar el tema después de más de 20 años del suceso. Y como cualquier película que genera polémica, de la censura no se salvó y su estreno tuvo que retrasarse un año.

La denuncia social en el cine mexicano ha sido una constante, un modo de exorcizar la frustración social ante la falta de respuesta del Estado para con el pueblo, que sigue sumando tragos amargos en su historia. Felipe Cazals con Canoa, de 1975, y Jorge Fons con Rojo amanecer, de 1989, son sólo algunos ejemplos de esta forma de denuncia.

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