Luis Ricardo Cabrera/ Subterráneos
Muchos dicen que el colapso de la economía mundial es inminente ante una nueva crisis financiera. Además, Europa ha venido especulando los valores bursátiles y desplegado ajustes presupuestarios para rescatar a países en riesgo de recesión, como Grecia, Portugal e Irlanda.
En Finlandia ya ganó la ultra derecha, la cual niega la ayuda económica a los países más pobres y desconoce los derechos a los migrantes. En Noruega el atentado en contra del gobierno y la matanza de Utoeya, perpetuado por Andrés Breivik, un radical de derecha que mató a 76 personas, cuestionan la eficacia de los supuestos modelos democráticos a seguir.
La crisis de los países del primer mundo o “desarrollados” ha traído consecuencias para la población local, la cual demanda mejoras a los niveles de vida. “Los Indignados” en España, los estudiantes de nivel secundario en Chile y los “rioters”, conformados por migrantes y clase media de Inglaterra, se han sublevado —insatisfechos— debido a las promesas incumplidas del sistema neoliberal propuestas por sus respectivos gobiernos.
El crecimiento económico del sistema mundial, hoy en día, se hace a través de activos financieros propensos a la volatilidad y la especulación. Cuando los países ricos se reunieron en Washington en 1992, propusieron crear una receta para todos los demás países en desarrollo, a partir de la apertura del mercado y el libre comercio. En tan solo veinte años, el neoliberalismo se ha apoderado del sistema mundial, pregonando de paso, la democracia y los valores universales a los países.
Parece ser que los modelos están colapsando en un mundo que crece a ritmo desmesurado sin un respaldo físico, como oro algún u otro producto de valor. Los problemas económicos afectan directamente a la gobernanza, por ejemplo, David Cameron, primer ministro del Reino Unido, ha mencionado que reprimirá a las insurrecciones sociales con ayuda del ejército. Por otro lado, Piñera, presidente de Chile, no ha cedido a las demandas estudiantiles, debido a que estas dañan la imagen al proyecto de nación, así mismo las califica como acciones anticonstitucionales.
El Reino Unido, modelo de país progresista, ha sido tradicionalmente un receptor de migrantes provenientes de la Mancomunidad de Naciones (ex colonias británicas), así como de otros continentes. El alza a los costos de vida, como la renta, han hecho virtualmente imposible vivir en Londres, Birmingham o Liverpool para las minorías sociales. El mayor problema son los políticos de ultra derecha, estas élites políticas ven a los migrantes, trabajadores y estudiantes, como la burguesía veía en al proletariado, la mayor amenaza que pone en riesgo el sistema de vida preestablecido por la “geocultura neoliberal”.
La ideología del aparato gubernamental de los países más ricos viene apoyada por las ideas de xenofóbicos, nacionalistas, ejército, policía, empresas trasnacionales y los grupos politizados radicales, como algunos grupos religiosos, quienes buscan imponer sus intereses. Esto no puede continuar en un sistema donde hay muchas culturas en constante interacción. Al parecer se está optando por excluir a las minorías a través de modelos culturales como el “english only” y “la tolerancia cero” que en este momento está llevando a cabo Cameron en las calles inglesas.
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